El vino tinto puede ser aún más
saludable de lo que pensábamos. Nuevos estudios hallan 23 nuevos
polifenoles en el vino tinto que podrían ser clave en el tratamiento de
enfermedades crónicas como el Alzheimer y el cáncer.
En
Canadá, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia
Británica ( en sus siglas en inglés UBC ), en colaboración con la
Universidad australiana de Adelaida, descubrieron recientemente 23
nuevas moléculas en el vino hasta ahora desconocidas, y que podrían
suponer un incremento aún mayor sobre los beneficios potenciales para la
salud del consumo de vino.
Estas
23 nuevas moléculas pertenecen a la familia de los estilbenos, que es
un tipo de polifenol natural (el mismo grupo de sustancias químicas
naturales del vino en las que se incluyen también los conocidos taninos,
resveratrol, los pigmentos del vino o la quercetina).
Con
anterioridad a este estudio realizado entre australia y canadá, la
comunidad científica había reconocido 18 estilbenos diferentes presentes
en el vino tinto.
El
jefe del departamento de química de la UBC y autor del estudio, Cedric
Saucier, explica que los "estilbenos son una defensa natural de la vid
para protegerse contra la infección por hongos y otros efectos de la
lluvia". Presentes principalmente en la piel de la uva, los estilbenos
liberan antioxidantes durante la elaboración del vino.
El
equipo de Saucier realizó un análisis, mucho más exhaustivo que los que
se habían realizado hasta la fecha, sobre extractos concentrados de
Merlot, Pinot Noir y Cabernet Sauvignon, vinos de la cosecha 2010
procedentes todos ellos de una bodega local.
El
resultado fue la aparación de 41 estilbenos, 23 más que los hallados
hasta el momento pero en concentraciones mucho menores, motivo por el
cual el equipo de investigación supone que no habían sido descubiertos.
Múltiples
estudios han confirmado los beneficios de muchos polifenoles del vino
para la salud, por lo que es probable que estas nuevas adiciones a la
familia de estilbenos del vino tendrán los mismos efectos positivos para
la salud.
No obstante,
es necesario comprobar que esto es realmente así, labor que puede
complicarse mucho y alargarse en el tiempo. "Tenemos que hacer un montón
de pruebas biológicas ", explica Saucier, "para ser honesto, las
próximas investigaciones deberán ser hechas por cientos de
investigadores de todo el mundo".
Con
todo, los científicos continúan en la actualidad trabajando para
entender cómo los humanos metabolizan los polifenoles del vino y cómo
interactúan estos compuestos en el organismo una vez ingeridos.
"Hemos
descubierto a los primos del resveratrol", declaró Saucier, "confiamos
que los antioxidantes que se encuentran en estos estilbenoides puedan
prevenir enfermedades crónicas en los seres humanos, cómo las
enfermedades cardiovasculares, el Alzheimer y el cáncer. Esta es nuestra
esperanza" concluyó.
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miércoles, 4 de septiembre de 2013
La madre del vino tiene 8000 años
En cada copa de vino que tomas en una
comida están los genes de toda una generación de uvas, cuya madre
comenzó a cultivarse hace unos 8,000 años: la Vitis vinifera, publica la
revista Quo.
La uva Merlot está íntimamente relacionada con la Cabernet Franc que, a su vez, es una de las madres de la Cabernet Sauvignon, que fue "concebida" por la Sauvignon Blanc, hija de la Traminer, que también es progenitora de la Pinot Noir, madre de la Chardonnay y así continúa el árbol genealógico.
Sean Myles, genetista de la Universidad de Cornell, desglosó la genética de las uvas con las que se producen los vinos. Analizó el genotipo de unas 1,000 muestras de vino del banco de germoplasma de EU y demostró que comparten interconexiones en su estructura genética.
"Encontramos que el 75% de las variedades tenían una cercanía más parecida a la de padres e hijos que a la de hermanos. Antes pensábamos que eran familias diferentes de uva. Ahora hemos descubierto que todas están interconectadas y no sólo eso, sino que son, en esencia, una gran familia", aseguró Myles al diario The New York Times.
Un linaje espirituoso
Todos los vinos que degustamos hoy en día proceden de la misma especie: la Vitis vinifera, que fue "domesticada" en los países actuales Irán, Georgia y Armenia.
Sobre lo que sucedió después no existe demasiado consenso. "Hay dos teorías: una que asegura que esta domesticación se expandió a través de diferentes culturas en dirección este-oeste, a lo largo de todo el Mediterráneo, donde llegó con fenicios, griegos y romanos.
La otra asegura que después también hubo domesticaciones de variedades de la vid, a partir de poblaciones silvestres, en algunas zonas. De hecho, nosotros hemos encontrado evidencias de que aquí fue así", comparte José Miguel Martínez Zapater, experto en genética del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) de la Universidad de la Rioja, en España.
Sea como sea, lo seguro de la evolución e hibridación posterior de aquella planta primigenia es de donde proceden las miles de variedades que conocemos en la actualidad.
Al igual que en las antiguas líneas reales humanas, para mantener su estirpe, las familias vinícolas han evitado la reproducción fuera de la parentela. Esta homogeneidad genética, como ha ocurrido también a lo largo de la historia entre los reyes, podría traducirse en problemas 'de salud' que se perpetúan.
Según Myles: "La falta de diversidad genética podría hacer que una nueva plaga o enfermedad, como ya ocurrió en el siglo XIX con la filoxera, acabara con la mayor parte de las variedades que conocemos".
Eso lo quieren evitar algunas líneas de investigación en genética de la vid, que actúan a nivel molecular para no tener que abusar de fungicidas.
La uva Merlot está íntimamente relacionada con la Cabernet Franc que, a su vez, es una de las madres de la Cabernet Sauvignon, que fue "concebida" por la Sauvignon Blanc, hija de la Traminer, que también es progenitora de la Pinot Noir, madre de la Chardonnay y así continúa el árbol genealógico.
Sean Myles, genetista de la Universidad de Cornell, desglosó la genética de las uvas con las que se producen los vinos. Analizó el genotipo de unas 1,000 muestras de vino del banco de germoplasma de EU y demostró que comparten interconexiones en su estructura genética.
"Encontramos que el 75% de las variedades tenían una cercanía más parecida a la de padres e hijos que a la de hermanos. Antes pensábamos que eran familias diferentes de uva. Ahora hemos descubierto que todas están interconectadas y no sólo eso, sino que son, en esencia, una gran familia", aseguró Myles al diario The New York Times.
Un linaje espirituoso
Todos los vinos que degustamos hoy en día proceden de la misma especie: la Vitis vinifera, que fue "domesticada" en los países actuales Irán, Georgia y Armenia.
Sobre lo que sucedió después no existe demasiado consenso. "Hay dos teorías: una que asegura que esta domesticación se expandió a través de diferentes culturas en dirección este-oeste, a lo largo de todo el Mediterráneo, donde llegó con fenicios, griegos y romanos.
La otra asegura que después también hubo domesticaciones de variedades de la vid, a partir de poblaciones silvestres, en algunas zonas. De hecho, nosotros hemos encontrado evidencias de que aquí fue así", comparte José Miguel Martínez Zapater, experto en genética del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) de la Universidad de la Rioja, en España.
Sea como sea, lo seguro de la evolución e hibridación posterior de aquella planta primigenia es de donde proceden las miles de variedades que conocemos en la actualidad.
Al igual que en las antiguas líneas reales humanas, para mantener su estirpe, las familias vinícolas han evitado la reproducción fuera de la parentela. Esta homogeneidad genética, como ha ocurrido también a lo largo de la historia entre los reyes, podría traducirse en problemas 'de salud' que se perpetúan.
Según Myles: "La falta de diversidad genética podría hacer que una nueva plaga o enfermedad, como ya ocurrió en el siglo XIX con la filoxera, acabara con la mayor parte de las variedades que conocemos".
Eso lo quieren evitar algunas líneas de investigación en genética de la vid, que actúan a nivel molecular para no tener que abusar de fungicidas.
lunes, 2 de septiembre de 2013
Un vaso de vino al día reduce el riesgo de tener una depresión
Lo ha publicado un equipo dirigido por Miguel Ángel Martínez-González, de la Universidad de Navarra, en la revista BMC Medicine.
Los investigadores hicieron durante siete años el seguimiento de un grupo de 5.500 bebedores con consumos ligeros y moderados de alcohol, de entre 55 y 80 años. “Los hallazgos mostraron una asociación inversa entre estos niveles bajos-moderados de alcohol y la ocurrencia de nuevos casos de depresión”, indica Martínez-González.
Pero la amplitud del ensayo (10 años de seguimiento a 7.500 personas) ha permitido obtener otras conclusiones aparte del objetivo principal del trabajo. Por ejemplo, también se ha observado que la dieta interactúa y consigue compensar la predisposición genética al ictus. Es decir, actúa a un nivel epigenético incluso en la población con más riesgo de enfermar.En verdad, el estudio Predimed estaba enfocado a medir el efecto protector de la dieta mediterránea, reforzada con aceite de oliva virgen y nueces, en las enfermedades cardiovasculares, y determinó que las personas que seguían esas pautas de alimentación tenían un riesgo un 30% inferior de sufrir un infarto de miocardio o un ictus.
Pero la amplitud del ensayo (10 años de seguimiento a 7.500 personas) ha permitido obtener otras conclusiones aparte del objetivo principal del trabajo. Por ejemplo, también se ha observado que la dieta interactúa y consigue compensar la predisposición genética al ictus. Es decir, actúa a un nivel epigenético incluso en la población con más riesgo de enfermar.
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