miércoles, 4 de septiembre de 2013

La madre del vino tiene 8000 años

En cada copa de vino que tomas en una comida están los genes de toda una generación de uvas, cuya madre comenzó a cultivarse hace unos 8,000 años: la Vitis vinifera, publica la revista Quo.
La uva Merlot está íntimamente relacionada con la Cabernet Franc que, a su vez, es una de las madres de la Cabernet Sauvignon, que fue "concebida" por la Sauvignon Blanc, hija de la Traminer, que también es progenitora de la Pinot Noir, madre de la Chardonnay  y así continúa el árbol genealógico.

Sean Myles, genetista de la Universidad de Cornell, desglosó la genética de las uvas con las que se producen los vinos.  Analizó el genotipo de unas 1,000 muestras de vino del banco de germoplasma de EU y demostró que comparten interconexiones en su estructura genética.

"Encontramos que el 75% de las variedades tenían una cercanía más parecida a la de padres e hijos que a la de hermanos. Antes pensábamos que eran familias diferentes de uva. Ahora hemos descubierto que todas están interconectadas y no sólo eso, sino que son, en esencia, una gran familia", aseguró Myles al diario The New York Times.

Un linaje espirituoso

Todos los vinos que degustamos hoy en día proceden de la misma especie: la Vitis vinifera, que fue "domesticada" en los países actuales Irán, Georgia y Armenia.

Sobre lo que sucedió después no existe demasiado consenso. "Hay dos teorías: una que asegura que esta domesticación se expandió a través de diferentes culturas en dirección este-oeste, a lo largo de todo el Mediterráneo, donde llegó con fenicios, griegos y romanos.

La otra asegura que después también hubo domesticaciones de variedades de la vid, a partir de poblaciones silvestres, en algunas zonas. De hecho, nosotros hemos encontrado evidencias de que aquí fue así", comparte José Miguel Martínez Zapater, experto en genética del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV) de la Universidad de la Rioja, en España.

Sea como sea, lo seguro de la evolución e hibridación posterior de aquella planta primigenia es de donde proceden las miles de variedades que conocemos en la actualidad.

Al igual que en las antiguas líneas reales humanas, para mantener su estirpe, las familias vinícolas han evitado la reproducción fuera de la parentela. Esta homogeneidad genética, como ha ocurrido también a lo largo de la historia entre los reyes, podría traducirse en problemas 'de salud' que se perpetúan.

Según Myles: "La falta de diversidad genética podría hacer que una nueva plaga o enfermedad, como ya ocurrió en el siglo XIX con la filoxera, acabara con la mayor parte de las variedades que conocemos".

Eso lo quieren evitar algunas líneas de investigación en genética de la vid, que actúan a nivel molecular para no tener que abusar de fungicidas.

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